¿Fui yo quien te contagió ó fuiste tú quien se contagió?
¿Fue mi manía de querer llevarme algo tuyo dentro? ¿Tu desenfrenado ímpetu por
hacerlo todo tan intenso? ¿Fueron los martinis seguidos por mojitos? ¿Las feromonas
que exudamos al bailar tan pegados? ¿fue tu olor a vainilla con almizcle? ¿Acaso
mis labios rosas o el roce de mi barba?
¿Sabes? A mi me contagió un virus, no fue un cabrón
&%#$, no fue mi exnovio que me engañó, tampoco fue mi amor de esa noche en
ese cuarto obscuro. No, no es un comportamiento lo que me contagió, no es usar
o no usar condón, es un virus, un puto virus que pensándolo bien ha sido “bueno”
conmigo. No es que me justifique, es que así es, ¿vas a dejar de respirar para
no contagiarte de influenza? ¿Dejarás de comer para no adquirir salmonelosis? El
enemigo no soy yo, el enemigo no es coger, el enemigo es un maldito virus, que
ha muchos ha matado, pero créemelo a muchos otros nos ha hecho vivir.
¿Te sientes culpable? ¿crees que has estado
cavando tu propia tumba? No llores, no te lamentes, nadie te obligó, nadie te
violó, ¿y si así hubiera sido?, el hecho es que estás aquí, tu sangre puede ser
veneno, tu cuerpo puede ser una inyección letal, pero no, tu cuerpo es tu
templo así que cuídalo, y no, no estás mal, parte de cuidarlo es darle placer,
tu cuerpo que odias al verlo al espejo pero que tanto placer te ha dado al ser
tocado, ese cuerpo que tratas de transformar con ahínco en tus sudorosas
sesiones de cardio, ese que después destrozas con tus ataques de donas de
chocolate, ese que adornas cariñoso con ropa de diseñador que estrenarás en esas
noches en que luego lastimas con drogas y alcohol. Ese cuerpo hermoso con sus
pliegues y curvas con esos vellos fuera de lugar, ese cuerpo con sus
protuberancias que te permite caminar y llegar a tantos lados, oler todos esos
perfumes que te extasían, con el que has visto tantos paraísos, ese hermoso
cuerpo resultado de tantos placeres que has comido, ese cuerpo es tu templo, es
tu medio, es tu tan hermoso tú.
Tu no te contagiaste niño, te contagió un maldito
virus; así como a esa señora que ves en la consulta no la contagió su adúltero
marido; o como ese niño que llora inconsolable cada que le toca le tomen
muestras, ese niño no fue contagiado por su “irresponsable” madre positiva que
se empeñó en tenerlo y darle la mejor vida posible. Tampoco se contagió a sí
mismo tu amigo junkie de la secundaria con esas jeringas llenas de heroína, sí,
ese tu adorado y tierno amigo infantil que dejaste al crecer, del que sabías nada hasta
hace un año que murió; así que ya deja de lamentarte y mejor disfruta lo que
tienes, que no sabes si lo tendrás mañana, deja de llorar, que me caes muy mal
cuando lo haces, cuida lo que tienes que es tu cuerpo y vive intensamente lo
que sientes. Te quiero cuerpo.
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