jueves, 22 de agosto de 2013

¿Quién fue? (¿Fui yo?)


¿Fui yo quien te contagió ó fuiste tú quien se contagió? ¿Fue mi manía de querer llevarme algo tuyo dentro? ¿Tu desenfrenado ímpetu por hacerlo todo tan intenso? ¿Fueron los martinis seguidos por mojitos? ¿Las feromonas que exudamos al bailar tan pegados? ¿fue tu olor a vainilla con almizcle? ¿Acaso mis labios rosas o el roce de mi barba?

¿Sabes? A mi me contagió un virus, no fue un cabrón &%#$, no fue mi exnovio que me engañó, tampoco fue mi amor de esa noche en ese cuarto obscuro. No, no es un comportamiento lo que me contagió, no es usar o no usar condón, es un virus, un puto virus que pensándolo bien ha sido “bueno” conmigo. No es que me justifique, es que así es, ¿vas a dejar de respirar para no contagiarte de influenza? ¿Dejarás de comer para no adquirir salmonelosis? El enemigo no soy yo, el enemigo no es coger, el enemigo es un maldito virus, que ha muchos ha matado, pero créemelo a muchos otros nos ha hecho vivir.

¿Te sientes culpable? ¿crees que has estado cavando tu propia tumba? No llores, no te lamentes, nadie te obligó, nadie te violó, ¿y si así hubiera sido?, el hecho es que estás aquí, tu sangre puede ser veneno, tu cuerpo puede ser una inyección letal, pero no, tu cuerpo es tu templo así que cuídalo, y no, no estás mal, parte de cuidarlo es darle placer, tu cuerpo que odias al verlo al espejo pero que tanto placer te ha dado al ser tocado, ese cuerpo que tratas de transformar con ahínco en tus sudorosas sesiones de cardio, ese que después destrozas con tus ataques de donas de chocolate, ese que adornas cariñoso con ropa de diseñador que estrenarás en esas noches en que luego lastimas con drogas y alcohol. Ese cuerpo hermoso con sus pliegues y curvas con esos vellos fuera de lugar, ese cuerpo con sus protuberancias que te permite caminar y llegar a tantos lados, oler todos esos perfumes que te extasían, con el que has visto tantos paraísos, ese hermoso cuerpo resultado de tantos placeres que has comido, ese cuerpo es tu templo, es tu medio, es tu tan hermoso tú.

Tu no te contagiaste niño, te contagió un maldito virus; así como a esa señora que ves en la consulta no la contagió su adúltero marido; o como ese niño que llora inconsolable cada que le toca le tomen muestras, ese niño no fue contagiado por su “irresponsable” madre positiva que se empeñó en tenerlo y darle la mejor vida posible. Tampoco se contagió a sí mismo tu amigo junkie de la secundaria con esas jeringas llenas de heroína, sí, ese tu adorado y tierno amigo infantil que dejaste al crecer, del que sabías nada hasta hace un año que murió; así que ya deja de lamentarte y mejor disfruta lo que tienes, que no sabes si lo tendrás mañana, deja de llorar, que me caes muy mal cuando lo haces, cuida lo que tienes que es tu cuerpo y vive intensamente lo que sientes. Te quiero cuerpo.
 
 
Foto: Tres torsos desnudos / HERB RITTS

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