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viernes, 25 de octubre de 2013

Todo va estar bien II (¿El héroe?)

“Todo va a estar bien”, te dije con una seguridad que me sorprendió mientras te abrazaba. Te soltaste al fin por completo sobre mí y una tranquilidad invadió mi desconcertado ser fortaleciendo ese aplomo que había salido a primer instinto. “Todo va estar bien” repetí una y otra vez y cada vez lo creía más, sintiendo como por fin te dejabas ir por completo en mi, sólo acertaba a estremecerme cuando colocaste tu cabeza en mi hombro, Me olvidé de todo en se momento y sólo quería estar así por siempre, tu así sin defensas por fin creyendo en mí, yo en mi eterno e inconsciente optimismo, los dos en este abrazo de profundo y sencillo amor.
Los dos sabíamos nuestro pasado, parte del cual habíamos compartido intensamente los últimos dos años, un huracán de fiestas con fines de semana interminables, intercambio de cuerpos sin nombre que usábamos cómplices para placer mutuo, un desenfreno de substancias químicas y naturales para desbordar nuestros sentidos, absortos en este hedonismo puro el cual compartimos desde el primer momento. Yo sabía que te amaba desde la primera vez que te vi, me impactaba tu inteligencia y tu tomarte todo tan en serio y al mismo tiempo esa sensación embriagante de no poder esperar nada de ti, de llevar todo al borde, de estar en el límite de todo, siempre con tanta pasión. No estaba seguro de que tu lo sintieras, pero yo sabía que era amor y que nadie más podía llenar cada momento de mi vida con tantas cosas fascinantes, a veces sentía que estábamos cruzando peligrosamente un pantano pero tu pasión y mi optimismo me hacían pensar que siempre llegaríamos a buen puerto, yo sabía que tu arrogancia y sentido de autosuficiencia te hacían poner una barrera, nunca decías “Te quiero” y yo me guardaba para mi las ganas de gritarlo, pero tus llamadas para despertarme para ir al trabajo, tus visitas inesperadas en mi depa con cualquier pretexto, tu de repente soltarme un beso a mitad de la calle me decían lo importante que yo era para ti, lo veía en tus ojos y en tu sonrisa cuando me veías y lo sentía cuando estábamos solos y sobrios besándonos de una forma que sentía que querías entrar dentro de mi y quedarte ahí. A veces me dabas un poco de miedo pero no podía apartarte de mí, muchas veces quise parar este frenesí de cuerpos y substancias que hacías ver de lo más normal, pero no sin ti, finalmente yo también disfrutaba la belleza y el placer y me volví adicto a la sensación de peligro, sabía que no quería esto que vivíamos para el futuro, pero sabía que si te quería a ti en él, nunca hablamos de algo entre nosotros pero sabía que no podías estar sin mi así como yo sin ti, una locura indescriptible llenaba cada momento que vivíamos y ya no podía imaginarme sin hacer la vida contigo.
 
Tanto exceso tenía que dejar huella en tu cuerpo, yo empecé a conocer este mundo de luces nocturnas y excesos constantes contigo, no es que haya sido una blanca paloma pero en mi pueblo no había tantas opciones, tu ya llevabas un largo historial de fiestas y nombres en tu lista antes y durante nuestra historia, recuerdo haberte sentido algo raro esos dos últimos meses, la energía en el gimnasio te había bajado considerablemente, me decías que era normal cuando se terminaba un ciclo de roids pero yo me había puesto el mismo ciclo y seguía metiéndole durísimo, recuerdo ese fin que no salimos por que me quería dar gripa y para el martes tu estabas tumbado en cama con unas fiebres altísimas, me pediste que me quedara contigo, recuerdo tus noches de pesadillas aferrado apretando mi brazo y entre sueños decías “quédate, no me dejes”, a partir de esos días prácticamente viví contigo, se me hacía raro que me pidieras que me quedara esa noche, todos los días me lo pediste y yo encantado de estar contigo, después vinieron las mañanas de diarrea inexplicable durante un par de semanas, te esforzabas por tratar de seguir comiendo todo lo de la dieta y como no faltabas al gym aunque a mitad de rutina te sentías rendido, no entendía bien qué pasaba pero intuía que algo no estaba bien, otra vez mi, a veces tonto, optimismo y tu arrogante empeño en mantener esa imagen de perfección, mi fascinación por que todos los días me pidieras que me quedara contigo, mis ganas de amarte y de sentirte todo mío me impedían cuestionarte y tomar cartas en el asunto.
Así llegó el día de la Fiesta Blanca, estaba muy emocionado, no sé por que había dejado pasar tanto tiempo y tantas cosas para pedirte esto que quería desde el primer momento que te vi, recuerdo que hace dos años notaste mi existencia justo aquí en esta misma fiesta, yo ya te había visto un par de veces antes quedando maravillado por tu belleza y arrogancia y a partir de tu “hola” acompañado de una gran sonrisa quedé fundido, tu mirada se conectó con la mía, te acercaste y platicamos un par de tonterías y de la nada me besaste y esa noche no tuvimos ojos para nadie más, bailamos abrazados, yo me sentía tan cómodo con el calor que despedía tu cuerpo, tu no despegabas tu nariz de mi cuello haciéndome estremecer al sentir tu aliento, parecía que nuestros cuerpos amoldaban perfectamente, terminamos esa noche a las 3 de la tarde del día siguiente exhaustos, tomaste mi mano para salir del after y yo te seguí sin hacer ninguna pregunta, tu casa estaba cerca y caminamos hasta ella sin decir una palabra, así agarrados fuertemente de la mano, nadie me había sujetado tan fuerte y menos me había llevado caminando así por las calles del centro de la ciudad, creo que la gente nos veía no sé si por nuestro aspecto desvelado o por ir de la mano pero yo sólo te contemplaba bajo la intensidad del medio día, tu palidez del desvelo brillaba con el sol del verano quitándote el halo de arrogancia, develando un vulnerable y hermosísimo tu y de la nada esa felicidad inexplicable que siento cada que estoy contigo.
Lo tenía todo preparado, esas semanas que prácticamente había vivido contigo me dieron el valor de lanzarme al gran momento, por fin te diría tal cual: “Te Amo” y pedirte que viviéramos juntos, hasta compré un anillo sencillo con mis ahorros y aunque no podía darme los lujos que tu te dabas no tenía duda que te merecías eso y más, mi emoción no me permitía ver lo desgastado que estabas o más bien trataba de desviar mi atención de tu estado que me aterraba, no es que estuvieras del todo mal, pero sentía que algo extraño estaba pasando y no quería atreverme a hacerte preguntas ni siquiera hacérmelas a mi mismo, creo que en el fondo sabía la respuesta y sabía que podía estar pronto como tu, obvio no quería que estuvieras así, pero creía que si no pensaba en ello y si deseaba con todas mis fuerzas que mis cuidados te hicieran sentir mejor, eso que me aterraba iba a desaparecer. La noche de la fiesta blanca no tenías muchas ganas de salir, la verdad es que no habías querido salir los últimos fines de semana, ya no te habías sentido mal pero me dijiste que estabas cansado, siempre te emocionaba mucho esta fiesta era el evento del año: 24 horas de beats y luces intensas, el culmen del desenfreno, un mar de cuerpos sudorosos vestidos de blanco, que conforme subía el calor de la noche se iban despojando de camisas para mostrar el triunfo de la vanidad, la mayor concentración de músculos y esteroides por metro cuadrado del país y sí, también un flujo interminable de substancias químicas y naturales, prohibidas claro, para los gustos y ánimos de cualquier junkie, la verdad es que para mi la fiesta era lo de menos, te pedí que nos quedáramos en casa pero me dijiste: “estoy un poco cansado, pero no importa, una tacha y me aliviano”.
Ya en la fiesta te vi más relajado no dejabas de verme y por primera vez no buscabas otros cuerpos para compartir, yo no paraba de hablar estaba nerviosísimo, tu mirada fija me ponía aún más nervioso pero al mismo tiempo me hacía sentir único y me daba fuerza para hacerlo, te lleve al centro de la pista, ahí donde nos habíamos visto la primera vez, te regrese la mirada y me quedé viéndote un poco más delgado, un poco más pálido pero inmensamente hermoso, creo que aún más que la primera vez que te vi, tomé tu mano con la mía y con la otra busque en mi pantalón tu anillo, lo puse en tu dedo y acercándome a tu oído te pedí que viviéramos juntos, dijiste que sí, te abracé muy fuerte, más fuerte que nunca y sentí tus brazos rodeándome, tu cuerpo ardía y hacía mi corazón arder y entonces sentí que te dejabas caer sobre mi, sentí tu respiración agitada en mi cuello y te sentía cada vez más pesado, te habías dejado caer por completo en mí, te sujete aún más fuerte para que no te cayeras, las luces y la música dejaron de tener sentido y solo escuchaba tu respiración y tu nombre que salía de mi boca, no recibía respuesta alguna y un gran vacío invadió mi estómago, te saqué de la pista así abrazándote y arrastrando tus pies, al salir de la pista te cargué en brazos y corrí al auto, algunos amigos nos siguieron pero la verdad es que no reparé en nada, sabía que algo estaba pasando y que tenía que actuar, te acomodé en el asiento y encendí el auto, manejé rapidísimo, la ciudad a esas horas vacías y mi pie en el acelerador me permitieron llegar al hospital en 5 minutos…
Despertaste cuatro días después en terapia intensiva, había estado pegado a esa ventana viéndote, yo sabía que ibas salir de esto y cuando te vi abrir los ojos no pude más que sonreír y gritarte emocionado “todo va estar bien”. Quería buscar a las enfermeras o algún doctor, pero no podía despegarme de ti, vi que también me sonreíste y me derretí, quería romper la ventana y darte un beso eterno, después de un par de horas una enfermera se apiadó de mi y me dejó entrar, te di un beso en la frente tratándote de hacer sentir todo el amor del mundo. Ese mismo día te pasaron a piso y otros cuatro días después te dieron de alta, Yo estaba emocionadísimo iba a vivir contigo y con tu mamá que nos iba ayudar a cuidarte, tus papas se habían hecho en estos largos días mis mejores amigos contándome tantas cosas de ti, te veías algo débil pero contento, te traje tu sweater rojo y tus jeans favoritos, te ayude a vestir y a peinarte mientras te decía tonterías para hacerte reír, el doctor nos esperaba en su consultorio antes de darte de alta, te lleve en la silla de ruedas haciendo ruidos de motor rebasando enfermeras y doctores por los pasillos, llegamos con el doctor que nos estaba esperando en la puerta con un rostro muy serio me dijo: “espérenos afuera”, y tu dijiste que no importaba, y por primera vez me atreví a decir “Soy su novio” tomaste mi mano y me hiciste pasar conmigo, el doctor hizo una mueca de resignación, y empezó:
"Tu situación es digamos grave, pero puedes salir de ella, el golpe de calor que te hizo perder la conciencia fue por las drogas pero se vio agravado por una infección en tus ganglios linfáticos y en tus pulmones que no sé por qué no habían mostrado síntomas antes, te hemos hecho varios análisis y pues aquí están lo resultados”
Extendió tres sobres y los fuiste abriendo, Pude ver como se descomponía tu rostro enflaqueciéndose y tus ojos vidriándose con lágrimas contenidas al leer el primero de ellos, me pasaste la hoja, y la leí con calma, otra vez sentí el gran hueco en el estómago que sentí cuando te desvaneciste sobre mi, pero al mismo tiempo sentí algo inmenso en mi pecho y de mi boca salió: “Todo va estar bien” mientras ponía mi mano en tu hombro, el doctor te pidió los sobres y mencionó:
 “Tu cuadro infeccioso nos parecía algo raro, por los ganglios sumamente inflamados decidimos hacerte una prueba con el consentimiento de tus padres (nos esperaban afuera para llevarnos a casa) La prueba Elisa salió Reactiva, lo mismo la prueba de confirmación (Blood Western), eres VIH Positivo, te hicimos otras pruebas para ver en que estado te encuentras”, ambos estábamos pasmados, no entendía bien lo que decía: “Tus células CD4 salieron en 279, tu Carga Viral es de 95 mil copias, debes ir a un CAPACITS cuanto antes para que te digan que tratamiento llevar, te voy a pasar los datos de una Doctora Amiga mía, ella te pude ayudar, y usted joven creo que también es necesario que se haga una prueba, aunque se sienta bien puede usted ser portador”
El hueco en el estómago se amplió, el pánico estaba a punto de inundarme cuando escuche tu llanto y tu voz diciendo: “no, tu no” lleno de tristeza : “no, tu no”, tu voz paró en seco mi miedo, de repente otra vez el fuego en mi pecho y de mi boca un: “Todo va a estar bien”, te abracé tratando de hacerte sentir esa certeza. “Todo va a estar bien”, te dije con una seguridad que me sorprendió mientras te abrazaba. Te soltaste al fin por completo sobre mí y una tranquilidad invadió mi desconcertado ser fortaleciendo ese aplomo que había salido a primer instinto. “Todo va estar bien” repetí una y otra vez y cada vez lo creía más, sintiendo como por fin te dejabas ir por completo en mi, sólo acertaba a estremecerme cuando colocaste tu cabeza en mi hombro, Me olvidé de todo en se momento y sólo quería estar así por siempre, tu así sin defensas por fin creyendo en mí, yo en mi eterno e inconsciente optimismo, los dos en este abrazo de profundo y sencillo amor.
Dos pruebas Elisa y una más tres meses después con el mismo resultado “No Reactivo”, estaba libre del virus, “Todo va estar bien” es la idea que me invadía, no se a bien que significaba, no es que pensarlo nos librara de contagiarme, no es que te librara de enfermar, “Todo va a estar bien” se transformó en “Todo está bien”, no sé si aun no comprendo lo grave de esta enfermedad pero “Todo está bien” porque estoy contigo, acompañándote en tus miedos y en tu mal momento, cuidándote y cuidándome día y noche, dándote ánimos para que recuperes tu ánimo arrogante, sé que no te vas a dejar caer, sé que voy a estar contigo cuando otra vez estés de pie. Todo está bien y tu en mis brazos, durante dos años nunca hablamos de tu y yo ser algo, sólo lo fuimos, viviendo desquiciadamente pudimos encontrar esta paz que sólo tú y yo sabemos entender, No sé si estoy loco por quedarme aquí, pero finalmente entendí que no quiero hacer otra cosa en mi vida más que amarte, no sé si yo podría estar en tu lugar, no sé que pasaría si las cosas fueran al revés y sabes no me importa, no sé si tengo plena consciencia de lo que esto significa ahora y lo que puede significar mañana, parece que tampoco la tienes tu, pero estamos aquí los dos compartiendo nuestra vida y nuestro momento, no me imagino mi vida sin ti y aquí estamos disfrutando “Todo va a estar bien” “Todo está bien.
                                                                                             
I finally realized I need to love, I need to love you.
 

miércoles, 11 de septiembre de 2013

El Héroe (Todo va a estar bien)


“Todo va a estar bien”, dijiste con tu tono de voz lleno de seguridad mientras me abrazabas, una tranquilidad invadió mi desmoronado ser que se recomponía entre tus cálidos brazos. “Todo va estar bien” repetías pausadamente con tu tono tierno, más tierno que nunca, sólo acertaba a estremecerme con tu aliento en mi oído; lograste que dejara de importarme el mañana y sólo quería estar así por siempre, yo consciente de mi fragilidad, tu en tu tranquila fortaleza de serenidad y fe, los dos en este abrazo de profundo y sencillo amor.

Los dos sabíamos nuestro pasado, parte del cual habíamos compartido intensamente los últimos dos años, un huracán de fiestas con fines de semana interminables, intercambio de cuerpos sin nombre que usábamos cómplices para placer mutuo, un desenfreno de substancias químicas y naturales para desbordar nuestros sentidos, absortos en este hedonismo puro el cual compartimos desde el primer momento, no sabía si era amor, pero sabía que a primera vista había surgido algo entre tus ojos y los míos que no podía explicar, todo parecía fluir naturalmente, el frenesí incontrolable nos parecía de lo más normal, perseguíamos incansables un ideal de belleza y placer llevando nuestros cuerpos al límite de cualquier sensación con la seguridad de que siempre estabas tu ahí, con la seguridad de que siempre estaba yo ahí, nunca lo hablamos pero sabíamos que nos teníamos, nunca dijimos somos esto, pero sabíamos que éramos algo increíble, no podíamos explicarnos como había surgido pero era una magia indescriptible cuando estábamos juntos.

Tanto exceso tenía que dejar huella en nuestros cuerpos, recuerdo haberme sentido algo raro estos dos últimos meses, la energía en el gimnasio había bajado considerablemente, lo atribuía a haber terminado el ciclo de roids sin embargo tu seguías muy campante levantando pesos que yo ya no podía, ni siquiera concluía bien la rutina, luego ese resfriado ligero tuyo que me contagiaste convirtiéndose en mí en una gripa que me tumbó en cama 3 días con fiebres alucinantes, después vino esa semana de diarreas matutinas inexplicables, como había cambiado de dieta pensé se debían a la leche entera que agregué para mantener mi peso, también había perdido el apetito y me obligaba a comer, no iba dejar que el esfuerzo del gym se viniera abajo desinflando mis piernas y hombros que tanto te gustaban.

Así llegó el día de la Fiesta Blanca, no tenía muchas ganas de salir, la verdad es que un ligero dolor de cabeza me hacía preferir quedarme en casa a ver películas, pero la habíamos esperado ansiosos, era el evento del año y no hacías más que hablar del tema, 24 horas de beats y luces intensas, el culmen del desenfreno, un mar de cuerpos sudorosos vestidos de blanco, que conforme subía el calor de la noche se iban despojando de camisas para mostrar el triunfo de la vanidad, la mayor concentración de músculos y esteroides por metro cuadrado del país y sí, también un flujo interminable de substancias químicas y naturales, prohibidas claro, para los gustos y ánimos de cualquier junkie, de los cuales tú y yo éramos de los más intensos. Lograste ver mi desánimo, pero te dije: “no importa, una tacha y me aliviano”, ofreciste no salir, pero habíamos planeado y gastado mucho dinero en esta fiesta, ahora reparo que era para recaudar fondos para un albergue de enfermos de Sida, la verdad en los 5 años que había ido nunca me había importado, ni siquiera sabía el nombre de la asociación, sólo me importaba estar en el centro de la pista y ser el blanco de miradas lascivas, sólo me importaba percibir el olor del deseo extrapolado por las drogas y bailar, bailar, bailar...

Recuerdo que hace dos años nos conocimos ahí, en esa misma pista, terminamos esa noche como a las tres de la tarde del día siguiente, exhaustos tomamos el camino a mi casa y sólo acertamos a llegar a dormir, nunca fue tan increíble el trivial hecho de dormir, tu cabeza en mi pecho y tus anchos brazos en mi cintura, y por primera vez ese estado de perfección que me haces sentir, esa misma fiesta donde empezó nuestra historia, ahora fue punto de quiebra entre tu y yo. Las drogas me dieron una sensación de ligereza borrando el dolor de cabeza, estaba un poco "ido" pero me parecía normal, tu no parabas de hablar con un nerviosismo incontenible, raro en ti; me llevaste al centro de la pista y de repente me viste muy fijamente a los ojos, tomaste mi mano y de tu bolsillo sacaste un anillo, lo pusiste en mi dedo y dijiste acercándote a mi oído: “quiero que vivamos juntos”, no sabía si había entendido bien, pero las piernas se me doblaron, te abracé mas fuerte que nunca y te dije sí y en ese abrazo poco a poco fui perdiendo la consciencia, las luces de estrobos y lásers empezaron a fundirse convirtiéndose en una sola muy intensa, tu voz a lo lejos llamándome acompañada de murmullos y de repente nada, sólo el aire tibio martilleando en mi torso desnudo, y esa intensa luz…

Desperté cuatro días después en terapia intensiva, lo primero que vi fue tu rostro sereno a través de la ventana y leyendo en tus labios esa primera vez que decías: “todo va estar bien” tu sonrisa como siempre lo iluminaba todo, parece que en esos cuatro días te habías dedicado a conquistar a las enfermeras que me hablaban como si me conocieran de siempre: “No se le han despegado un minuto joven, se ve que lo adoran” me decían una tras otra, una de ellas te dejó entrar de contrabando a que me dieras un beso, lo cual hiciste tan dulce en la mejilla, siempre había estado expuesto a tu lujurioso ímpetu y ahora veía un hermosísimo y tierno tu. Mi madre te adoraba más que nunca viéndote siempre ahí con palabras de consuelo para ella y un fuerte apretón de manos para el serio de mi padre. Ese mismo día me pasaron a piso y otros cuatro días después me dieron de alta, me sentía muy débil y mi imagen en el espejo me lo confirmaba, había bajado un poco la presión en el pecho al respirar, pero una extraña palidez me había invadido borrando mi bronceado de cama uv  y las ojeras se encajaban en mi rostro enflaquecido, siempre perdía uno o dos kilos en esas noches de 24 horas, pero ahora le calculaba al menos unos 5, el doctor nos esperaba en su consultorio antes de darme de alta, me llevaste en la silla de ruedas haciendo ruidos de motor rebasando enfermeras y doctores por los pasillos, llegamos con el doctor que nos estaba esperando en la puerta con un rostro muy serio diciéndote: “espérenos afuera”, le dije que no importaba, completaste con un “Soy su novio” (¡NUNCA lo habías dicho!), tomé tu mano y te hice pasar conmigo, el doctor hizo una mueca de resignación, y empezó:

“Tu situación es digamos grave, pero puedes salir de ella, el golpe de calor que te hizo perder la conciencia fue por las drogas pero se vio agravado por una infección en tus ganglios linfáticos y en tus pulmones que no sé por qué no habían mostrado síntomas antes, te hemos hecho varios análisis y pues aquí están lo resultados”

Me extendió tres sobres los cuales abrí sin saber que me esperaba, El primero era una prueba Elisa que decía Reactivo, quedé mudo, no estaba seguro de lo que significaba pero recordaba alguna conexión entre Elisa y SIDA, apenas pude pasarte la hoja, la leíste con calma, siempre me había parecido que te tomabas todo a la ligera y lo comprobaba una vez más, a veces me caía gordo eso de ti, pero en este momento se volvía una virtud, volviste a decir “Todo va estar bien” mientras ponías tu mano en mi hombro, el doctor te pidió los sobres y mencionó:

“Tu cuadro infeccioso nos parecía algo raro, por los ganglios sumamente inflamados decidimos hacerte una prueba con el consentimiento de tus padres (nos esperaban afuera para llevarnos a casa) La prueba Elisa salió Reactiva, lo mismo la prueba de confirmación (Blood Western), eres VIH Positivo, te hicimos otras pruebas para ver en que estado te encuentras”, yo estaba pasmado, no entendía bien lo que decía: “Tus células CD4 salieron en 279, tu Carga Viral es de 95 mil copias, debes ir a un CAPACITS cuanto antes para que te digan que tratamiento llevar, te voy a pasar los datos de una Doctora Amiga mía, ella te pude ayudar, y usted joven creo que también es necesario que se haga una prueba, aunque se sienta bien puede usted ser portador”

En cuanto se empezó a referir a ti se soltó el borbotón de llanto con un “no, tu no” lleno de tristeza, la perspectiva de que tu enfermaras y más el que fuera mi culpa terminó de romperme,  fue entonces que me abrazaste “Todo va a estar bien”, dijiste con tu tono de voz lleno de seguridad mientras me abrazabas, una tranquilidad invadió mi desmoronado ser que se recomponía entre tus cálidos brazos. “Todo va estar bien” repetías pausadamente con un tono tierno, más tierno que nunca, sólo acertaba a estremecerme con tu aliento en mi oído; lograste que dejara de importarme el mañana y sólo quería estar así por siempre, yo consciente de mi fragilidad, tu en tu tranquila fortaleza de serenidad y fe, los dos en este abrazo de profundo y sencillo amor.

Afortunadamente saliste “No reactivo” dos pruebas Elisa y una más tres meses después con el mismo resultado. Para mi Efavirenz por la mañana y por la noche. Tu infinita paciencia me hizo más llevadero el pánico que me envolvió en estos primeros meses, no sé que pasará mañana, pero espero que esta noche me vuelvas a decir “Todo va estar bien”, como lo has hecho cada noche desde ese día mientras me abrazas,  creo que todo está bien, eso siento cada que me acompañas a mis citas. Todo está bien, es lo que siento cada noche y cada mañana cuando me recuerdas “Tu pastilla, amor”. Todo está bien y yo en tus brazos, durante dos años nunca hablamos de tu y yo ser algo, sólo lo fuimos, viviendo desquiciadamente pudimos encontrar esta paz que solo tú y yo sabemos entender, eres mi héroe, no me dejaste caer y aquí estoy yo entendiendo, que todo puede cambiar, que somos resultado de nuestros actos, que una situación difícil se puede tomar para bien, no sé si tengo plena consciencia de lo que esto significa ahora y lo que puede significar mañana, parece que tampoco la tienes tu, pero estamos aquí los dos compartiendo ahora en esta monogamia de la que tampoco habíamos hablado y aquí estamos disfrutando yo de abrazarte y hacerte de comer, tu de cuidarme y decirme todas las noches “Todo va a estar bien”.

Dedicado a esos dos hermosísimos exnovios que quisieron estar conmigo en parte de estos 5 años a pesar de todo y a pesar de mí. Los AMO =).

jueves, 29 de agosto de 2013

Con Estrella (De nacimiento).

Siempre he querido pensar que mi mamá deseaba que pudiera sentir este sol en mi cara mientras mi nariz respira el fresco olor a sal y mis oídos escuchan el intenso oleaje de Cuyutlán, que tan sólo por estos minutos de perfecto placer y paz que me puedo tomar todos los días mi madre prefirió tenerme aunque sabía que no podría cuidarme, aunque yo hubiera nacido del gran dolor que habían causado en su vida. Siempre he querido pensar que mi madre deseaba tanto que pudiera disfrutar de la vida que a ella le habían hecho desdeñar, que quería que disfrutara de despertar y sentir las sábanas rozando mi piel mientras el sol entra travieso entre las rendijas de la persiana para despertarme, que la recordara con el olor del café recién preparado inundando la casa, que disfrutara de todas estas cosas sencillas que hacen el día a día tan pleno, como la sonrisa de la abuela mientras me grita a todo pulmón que baje a desayunar, a veces pienso que su única misión en la vida es ponerme gordo, lo bueno es que me escapo de ella para ir a la escuela y para jugar con mis vecinos si no por ella estaría comiendo todo el día.
Nunca he tenido otra realidad más que esta, así nací, en esta playa donde mi bellísima madre se volvió loca, mi abuela también lo hizo, se volvió loca por mi, creo que el haber perdido a su hija de una manera tan dolorosa la hizo volcar todo su amor hacía mi, agradezco tanto a mi Madre y tanto a Dios haberme dejado con mi abuela, esta mujer madura llena de alegría y de energía, que me ha dado la mejor vida que alguien pueda tener, llena de pequeñas aventuras, de hermosos detalles todos los días, alejando cualquier miedo que cercara mi sonrisa.
 
Recuerdo cuando empecé a tener consciencia de las visitas mensuales a la clínica, y el miedo que me producía saber el que a lo mejor ese día me tocaba toma de muestras, el pánico que me provocaba tener que enfrentarme al monstruo de la aguja y como mi abuela convirtió esa aventura en una conquista de dragones y princesas, donde ella y yo éramos los héroes, y si me tocaba la toma de sangre, ver sus mangas arremangadas y pedir que a ella también le tomaran su muestra, hacerse la valiente mientras le sacaban su preciosa sangre antes que a mí aunque ella no lo necesitaba, sólo por mi, sólo para que no tuviera miedo de las malvadas agujas y al terminar pararse triunfante con un grito de victoria, haciéndome reír con sus muecas y saltos grotescos, haciendo reír a las enfermeras a las que platicaba todas mis gracias y travesuras de niño. Recuerdo como me despertaba tempranito y nos subíamos a la camioneta del tío Juancho que malhumorado nos llevaba hasta Colima para la consulta, ahora voy solo en el primer camión de la mañana pensando en la sonrisa de la abuela, nunca le digo cuando me toca consulta aunque a veces encuentra mi carnet y no hay forma de disuadirla a que se quede y me acompaña junto con el tío Juancho y su amodorrado malhumor, ahora soy yo el que maneja la camioneta en esos días, cantando Sr. Sol con la abuela mientras vamos por la carretera.
 
Ya casi tengo 18 años, estoy por entrar a la universidad, ahora tengo tantas ganas de vivir, como siempre las he tenido, como las ganas que tiene mi abuela de hacerme feliz, ahora tengo ganas de gritar y de cantar, de estudiar con ahínco y de conquistar al mundo, no sé si este virus es bueno o es malo, gracias a los cuidados y disciplina de la abuela nunca he estado realmente enfermo, pareciera que en mi caso ha sido un virus de “salud” un par de pastillas al día y todos mis catarros son de un poco de flujo nasal por tres días un par de veces al año, mi viruela infantil fue muy benévola conmigo, nunca sufro del estómago y mis riñones e hígado han resultado ser muy fuertes, hago deporte todos los días y me siento lleno de energía, he visto mucho sufrimiento y enfermedad en la clínica, pero gracias a Dios y a mi abuela en estos 18 años no he pasado enfermedad grave, ahora me toca cuidarme a mí, tendré que dejar mi hermoso Cuyutlán para estudiar en Colima, ya no tendré la voz de la abuela despertándome todos los días para darme mi pastilla y el desayuno, ya no estará en la puerta de mi cuarto esperándome en la noche para darme la segunda dosis, ahora me tocará prepararme a mi las 5 comidas diarias que me recomendó el doctor, lavar con sumo cuidado las verduras y frutas que disfruto comer todos los días, tener mi cuarto en la pensión impecable de limpio, espero pronto terminar mi carrera y trabajar muy duro, espero ser pronto yo el que cuide de mi hermosa abuela. Espero este virus nunca me detenga en mi propósito de hacer sonreír a la abuela todos los días como ella lo intenta conmigo, deseo poder ganar lo suficiente para jubilar la camioneta del tío Juancho y llevarlos a pasear por el mundo.
Mi abuela dice que tengo estrella, esa estrella azul de la tarde, yo sé que soy hijo de venus, mi hermosa madre, que sabía estaría mejor con la abuela. Mi Abuela dice que mi estrella me ayudará a encontrar una mujer tan bella como mi madre, yo quiero encontrar una tan alegre como mi abuela, y mientras la encuentro la tengo a ella para llenar mis alegrías y tristezas. No me preocupa el virus, sé que cuando encuentre a esa mujer todo será perfecto y no habrá ni virus ni ninguna otra cosa que se interponga entre nosotros. Sí, definitivamente tengo Estrella, vengo con ella de nacimiento, mi vida podría haber sido una tragedia, una madre violada que no supo que hacer con ese dolor más que tenerme, que sucumbió después de su embarazo ante el dolor de la enfermedad y la tragedia de sentirse usada. Un virus invadiendo mi cuerpo, un virus que puede ser mortal y que no daba muchas expectativas a mi vida, un pueblo alejado sin muchos recursos para atender la salud de su gente, una época donde todavía no había tantos avances y conocimiento de como tratarme, no conozco otra realidad, no sé si pude estar mejor, he tenido este virus todo mi vida, es mi realidad de nacimiento, una realidad que ha sido buena conmigo, que me dejó al cuidado de una cariñosa abuela, y un regañón Tío Juancho, una realidad en la que el cuidado de mi salud es cosa de todos los días, donde he podido ser inmensamente Feliz, definitivamente tengo estrella, se llama Romina, mi hermosa abuela.
 
(Dedicado a todos esos padres, abuelos, tíos que han vencido tantos miedos y se han volcado en un tierno cuidado de seres queridos con alguna enfermedad o padecimiento, entre ellos a mi MAMÁ).

jueves, 22 de agosto de 2013

¿Quién fue? (¿Fui yo?)


¿Fui yo quien te contagió ó fuiste tú quien se contagió? ¿Fue mi manía de querer llevarme algo tuyo dentro? ¿Tu desenfrenado ímpetu por hacerlo todo tan intenso? ¿Fueron los martinis seguidos por mojitos? ¿Las feromonas que exudamos al bailar tan pegados? ¿fue tu olor a vainilla con almizcle? ¿Acaso mis labios rosas o el roce de mi barba?

¿Sabes? A mi me contagió un virus, no fue un cabrón &%#$, no fue mi exnovio que me engañó, tampoco fue mi amor de esa noche en ese cuarto obscuro. No, no es un comportamiento lo que me contagió, no es usar o no usar condón, es un virus, un puto virus que pensándolo bien ha sido “bueno” conmigo. No es que me justifique, es que así es, ¿vas a dejar de respirar para no contagiarte de influenza? ¿Dejarás de comer para no adquirir salmonelosis? El enemigo no soy yo, el enemigo no es coger, el enemigo es un maldito virus, que ha muchos ha matado, pero créemelo a muchos otros nos ha hecho vivir.

¿Te sientes culpable? ¿crees que has estado cavando tu propia tumba? No llores, no te lamentes, nadie te obligó, nadie te violó, ¿y si así hubiera sido?, el hecho es que estás aquí, tu sangre puede ser veneno, tu cuerpo puede ser una inyección letal, pero no, tu cuerpo es tu templo así que cuídalo, y no, no estás mal, parte de cuidarlo es darle placer, tu cuerpo que odias al verlo al espejo pero que tanto placer te ha dado al ser tocado, ese cuerpo que tratas de transformar con ahínco en tus sudorosas sesiones de cardio, ese que después destrozas con tus ataques de donas de chocolate, ese que adornas cariñoso con ropa de diseñador que estrenarás en esas noches en que luego lastimas con drogas y alcohol. Ese cuerpo hermoso con sus pliegues y curvas con esos vellos fuera de lugar, ese cuerpo con sus protuberancias que te permite caminar y llegar a tantos lados, oler todos esos perfumes que te extasían, con el que has visto tantos paraísos, ese hermoso cuerpo resultado de tantos placeres que has comido, ese cuerpo es tu templo, es tu medio, es tu tan hermoso tú.

Tu no te contagiaste niño, te contagió un maldito virus; así como a esa señora que ves en la consulta no la contagió su adúltero marido; o como ese niño que llora inconsolable cada que le toca le tomen muestras, ese niño no fue contagiado por su “irresponsable” madre positiva que se empeñó en tenerlo y darle la mejor vida posible. Tampoco se contagió a sí mismo tu amigo junkie de la secundaria con esas jeringas llenas de heroína, sí, ese tu adorado y tierno amigo infantil que dejaste al crecer, del que sabías nada hasta hace un año que murió; así que ya deja de lamentarte y mejor disfruta lo que tienes, que no sabes si lo tendrás mañana, deja de llorar, que me caes muy mal cuando lo haces, cuida lo que tienes que es tu cuerpo y vive intensamente lo que sientes. Te quiero cuerpo.
 
 
Foto: Tres torsos desnudos / HERB RITTS

viernes, 16 de agosto de 2013

No es para tanto

Después de siete años pareciera que fue hace otros siete más, ya ni recuerdo las palabras de mi ex amado novio al cortarme cuando le dije la gran y “positiva” noticia, la verdad es que tampoco me acuerdo bien de su cara.

Después de siete cortos y a la vez largos años esto se ha vuelto algo tan cotidiano, ya me parece de lo más normal las tomas de sangre cada seis meses, las consultas mensuales para ir por medicamento acompañadas de las filas en la farmacia, obsesionarme por tomar una pastillita en punto de las 10 y media de la mañana y otra a las diez y media de la noche exactas, ni un minuto más ni un segundo antes. Lavar y desinfectar todos los alimentos se ha vuelto un acto reflejo, decir no a casi cualquier comida de la calle es un mantra (ahhh excepto los churritos con salsa, lo siento). Ya le perdí el miedo a mi perra: dejé tiempo atrás los guantes y tapabocas que usaba para limpiarle todos los días el patio, ahora la cargo y la beso con profusión; ya no me acordaba que me daba pánico subirme al bus y agarrarme de los tubos llenos de gérmenes o el drama del fin del mundo que me provocaban estornudos insignificantes a mi alrededor, las nauseas de mis primeras citas en el hospital viendo la sala de espera con tres o cuatro zombis esperando su revisión, ahora que son mares de gentes que esperamos horas me parece de lo más normal y dejó de pasarme por la cabeza el que me puedan contagiar de gripes y salpullidos mortales.

¿Estoy mejor o peor? no lo sé, no estoy un día con el virus y otro día sin él para comparar, sólo sé que estoy aquí y estoy bien: puedo trabajar, puedo divertirme, una borrachera de vez en cuando, ir al gimnasio y a correr; también puedo ligar: puedo decirte guapo sin miedo y ¿sabes? me lo dicen a mí de vez en cuando, puedo ver lo cachondo que eres y sentir lo sexi que soy yo, puedo rozar tu mano y verte con mirada perversa mientras paso a tu lado. Puedo caminar hasta ti e invitarte a bailar y puedo hacerte el amor,… claro con condón.

Después de tanto tiempo y tantas cosas ya no recuerdo lo que es vivir sin este virus, pero ahora sé que no es la muerte, que te puedes morir si no te fijas al cruzar la calle así como si no te fijas con quien te metes. Una distracción manejando y ahí quedaste, que tanto a ti como a mí nos puede matar una infección estomacal desconocida o algún virus o bacteria resistente, que es más fácil que te de cáncer por tus antecedentes familiares a que me de a mí q no hay nadie con mi sangre que lo haya sufrido. Sé que la diabetes o la hepatitis pueden ser más difíciles de llevar que el VIH, que sólo me tengo que cuidar como me cuidaba mi madre cuando era niño y no olvidar mi pastillita salvavidas (a veces las combino: un arv + un salvavidas no más por ridículo).
 

No es que esté exento de cualquier peligro pero tampoco lo estás tú con tu prueba Elisa negativa, la muerte nos viene acompañando desde el primer segundo que salimos del útero, es lo único que tenemos por seguro, así que ni pienso en ella, sé que está buscando el momento oportuno para ti y para mí, así que en lo que llega me dedico a disfrutar y tratar de estar aquí el mayor tiempo posible, gozando de mi cuerpo que no es de revista pero a mi me parece bello, gozando de verte que a mis ojos les resulta el placer más grande, tratando de atrapar tu mirada una vez más, quizá con las palabras correctas me besarás, ni tu ni yo somos culpables de esto, y la verdad es que qué más da, no es para tanto.
 
No te lo deseo pero si te pasa sabes que contarás conmigo. No te asustes, No es para tanto, tampoco es tan fácil que te contagie y si nos cuidamos es practicamente imposible, nuestro amigo de látex será testigo de nuestro amor, de todos modos siempre lo usas, ¿no? De verdad, no es para tanto, aparte con mis arv hace mucho tiempo que soy indetectable y espero mantenerme, así que estoy igual que tu: limpio y saludable, y ya ves, tengo mejor condición, siempre te gano cuando corremos en el parque, te agitas cuando tienes que subir dos pisos y cuando salimos a las 3 ya te quieres dormir, ni una sola gripe y tu ya llevas dos muy fuertes en este año que te conozco, creo que te hace más daño a ti el cigarro que a mi el virus, ¿ya ves? no es para tanto, sabes que aquí estoy, ya no te hagas el difícil y dame un beso.