“Todo va a estar bien”, dijiste con tu tono de voz
lleno de seguridad mientras me abrazabas, una tranquilidad invadió mi
desmoronado ser que se recomponía entre tus cálidos brazos. “Todo va estar bien”
repetías pausadamente con tu tono tierno, más tierno que nunca, sólo acertaba a
estremecerme con tu aliento en mi oído; lograste que dejara de importarme el
mañana y sólo quería estar así por siempre, yo consciente de mi fragilidad, tu
en tu tranquila fortaleza de serenidad y fe, los dos en este abrazo de profundo
y sencillo amor.
Los dos sabíamos nuestro pasado, parte del cual
habíamos compartido intensamente los últimos dos años, un huracán de fiestas
con fines de semana interminables, intercambio de cuerpos sin nombre que usábamos
cómplices para placer mutuo, un desenfreno de substancias químicas y naturales
para desbordar nuestros sentidos, absortos en este hedonismo puro el cual
compartimos desde el primer momento, no sabía si era amor, pero sabía que a
primera vista había surgido algo entre tus ojos y los míos que no podía
explicar, todo parecía fluir naturalmente, el frenesí incontrolable nos parecía
de lo más normal, perseguíamos incansables un ideal de belleza y placer
llevando nuestros cuerpos al límite de cualquier sensación con la seguridad de
que siempre estabas tu ahí, con la seguridad de que siempre estaba yo ahí,
nunca lo hablamos pero sabíamos que nos teníamos, nunca dijimos somos esto,
pero sabíamos que éramos algo increíble, no podíamos explicarnos como había
surgido pero era una magia indescriptible cuando estábamos juntos.
Tanto exceso tenía que dejar huella en nuestros
cuerpos, recuerdo haberme sentido algo raro estos dos últimos meses, la energía
en el gimnasio había bajado considerablemente, lo atribuía a haber terminado el
ciclo de roids sin embargo tu seguías muy campante levantando pesos que yo ya
no podía, ni siquiera concluía bien la rutina, luego ese resfriado ligero tuyo
que me contagiaste convirtiéndose en mí en una gripa que me tumbó en cama 3
días con fiebres alucinantes, después vino esa semana de diarreas matutinas inexplicables, como había cambiado de dieta pensé se debían a la
leche entera que agregué para mantener mi peso, también había perdido el
apetito y me obligaba a comer, no iba dejar que el esfuerzo del gym se viniera
abajo desinflando mis piernas y hombros que tanto te gustaban.
Así llegó el día de la Fiesta Blanca, no tenía muchas
ganas de salir, la verdad es que un ligero dolor de cabeza me hacía preferir
quedarme en casa a ver películas, pero la habíamos esperado ansiosos, era el
evento del año y no hacías más que hablar del tema, 24 horas de beats y luces
intensas, el culmen del desenfreno, un mar de cuerpos sudorosos vestidos de
blanco, que conforme subía el calor de la noche se iban despojando de camisas
para mostrar el triunfo de la vanidad, la mayor concentración de músculos y
esteroides por metro cuadrado del país y sí, también un flujo interminable de
substancias químicas y naturales, prohibidas claro, para los gustos y ánimos de
cualquier junkie, de los cuales tú y yo éramos de los más intensos. Lograste
ver mi desánimo, pero te dije: “no importa, una tacha y me aliviano”, ofreciste
no salir, pero habíamos planeado y gastado mucho dinero en esta fiesta, ahora
reparo que era para recaudar fondos para un albergue de enfermos de Sida, la
verdad en los 5 años que había ido nunca me había importado, ni siquiera sabía
el nombre de la asociación, sólo me importaba estar en el centro de la pista y
ser el blanco de miradas lascivas, sólo me importaba percibir el olor del deseo
extrapolado por las drogas y bailar, bailar, bailar...
Recuerdo que hace dos años nos conocimos ahí, en esa
misma pista, terminamos esa noche como a las tres de la tarde del día
siguiente, exhaustos tomamos el camino a mi casa y sólo acertamos a llegar a
dormir, nunca fue tan increíble el trivial hecho de dormir, tu cabeza en mi
pecho y tus anchos brazos en mi cintura, y por primera vez ese estado de
perfección que me haces sentir, esa misma fiesta donde empezó nuestra historia,
ahora fue punto de quiebra entre tu y yo. Las drogas me dieron una sensación de
ligereza borrando el dolor de cabeza, estaba un poco "ido" pero me parecía
normal, tu no parabas de hablar con un nerviosismo incontenible, raro en ti; me
llevaste al centro de la pista y de repente me viste muy fijamente a los ojos,
tomaste mi mano y de tu bolsillo sacaste un anillo, lo pusiste en mi dedo y
dijiste acercándote a mi oído: “quiero que vivamos juntos”, no sabía si había entendido
bien, pero las piernas se me doblaron, te abracé mas fuerte que nunca y te dije
sí y en ese abrazo poco a poco fui perdiendo la consciencia, las luces de estrobos
y lásers empezaron a fundirse convirtiéndose en una sola muy intensa, tu voz a
lo lejos llamándome acompañada de murmullos y de repente nada, sólo el aire
tibio martilleando en mi torso desnudo, y esa intensa luz…
Desperté cuatro días después en terapia intensiva, lo
primero que vi fue tu rostro sereno a través de la ventana y leyendo en tus
labios esa primera vez que decías: “todo va estar bien” tu sonrisa como siempre
lo iluminaba todo, parece que en esos cuatro días te habías dedicado a
conquistar a las enfermeras que me hablaban como si me conocieran de siempre: “No
se le han despegado un minuto joven, se ve que lo adoran” me decían una tras
otra, una de ellas te dejó entrar de contrabando a que me dieras un beso, lo
cual hiciste tan dulce en la mejilla, siempre había estado expuesto a tu lujurioso
ímpetu y ahora veía un hermosísimo y tierno tu. Mi madre te adoraba más que
nunca viéndote siempre ahí con palabras de consuelo para ella y un fuerte apretón
de manos para el serio de mi padre. Ese mismo día me pasaron a piso y otros
cuatro días después me dieron de alta, me sentía muy débil y mi imagen en el
espejo me lo confirmaba, había bajado un poco la presión en el pecho al respirar,
pero una extraña palidez me había invadido borrando mi bronceado de cama
uv y las ojeras se encajaban en mi
rostro enflaquecido, siempre perdía uno o dos kilos en esas noches de 24 horas,
pero ahora le calculaba al menos unos 5, el doctor nos esperaba en su
consultorio antes de darme de alta, me llevaste en la silla de ruedas haciendo
ruidos de motor rebasando enfermeras y doctores por los pasillos, llegamos con
el doctor que nos estaba esperando en la puerta con un rostro muy serio
diciéndote: “espérenos afuera”, le dije que no importaba, completaste con un “Soy
su novio” (¡NUNCA lo habías dicho!), tomé tu mano y te hice pasar conmigo, el
doctor hizo una mueca de resignación, y empezó:
“Tu situación es digamos grave, pero puedes salir de
ella, el golpe de calor que te hizo perder la conciencia fue por las drogas pero
se vio agravado por una infección en tus ganglios linfáticos y en tus pulmones
que no sé por qué no habían mostrado síntomas antes, te hemos hecho varios
análisis y pues aquí están lo resultados”
Me extendió tres sobres los cuales abrí sin saber que
me esperaba, El primero era una prueba Elisa que decía Reactivo, quedé mudo, no
estaba seguro de lo que significaba pero recordaba alguna conexión entre Elisa
y SIDA, apenas pude pasarte la hoja, la leíste con calma, siempre me había
parecido que te tomabas todo a la ligera y lo comprobaba una vez más, a veces
me caía gordo eso de ti, pero en este momento se volvía una virtud, volviste a
decir “Todo va estar bien” mientras ponías tu mano en mi hombro, el doctor te
pidió los sobres y mencionó:
“Tu cuadro infeccioso nos parecía algo raro, por los
ganglios sumamente inflamados decidimos hacerte una prueba con el
consentimiento de tus padres (nos esperaban afuera para llevarnos a casa) La
prueba Elisa salió Reactiva, lo mismo la prueba de confirmación (Blood Western),
eres VIH Positivo, te hicimos otras pruebas para ver en que estado te
encuentras”, yo estaba pasmado, no entendía bien lo que decía: “Tus células CD4
salieron en 279, tu Carga Viral es de 95 mil copias, debes ir a un CAPACITS
cuanto antes para que te digan que tratamiento llevar, te voy a pasar los datos
de una Doctora Amiga mía, ella te pude ayudar, y usted joven creo que también
es necesario que se haga una prueba, aunque se sienta bien puede usted ser
portador”
En cuanto se empezó a referir a ti se soltó el borbotón
de llanto con un “no, tu no” lleno de tristeza, la perspectiva de que tu
enfermaras y más el que fuera mi culpa terminó de romperme, fue entonces que me abrazaste “Todo va a estar
bien”, dijiste con tu tono de voz lleno de seguridad mientras me abrazabas, una
tranquilidad invadió mi desmoronado ser que se recomponía entre tus cálidos
brazos. “Todo va estar bien” repetías pausadamente con un tono tierno, más
tierno que nunca, sólo acertaba a estremecerme con tu aliento en mi oído;
lograste que dejara de importarme el mañana y sólo quería estar así por
siempre, yo consciente de mi fragilidad, tu en tu tranquila fortaleza de
serenidad y fe, los dos en este abrazo de profundo y sencillo amor.
Afortunadamente saliste “No reactivo” dos pruebas
Elisa y una más tres meses después con el mismo resultado. Para mi Efavirenz por la mañana y por la noche. Tu infinita paciencia me hizo más
llevadero el pánico que me envolvió en estos primeros meses, no sé que pasará
mañana, pero espero que esta noche me vuelvas a decir “Todo va estar bien”,
como lo has hecho cada noche desde ese día mientras me abrazas, creo que todo está bien, eso siento cada que
me acompañas a mis citas. Todo está bien, es lo que siento cada noche y cada
mañana cuando me recuerdas “Tu pastilla, amor”. Todo está bien y yo en tus
brazos, durante dos años nunca hablamos de tu y yo ser algo, sólo lo fuimos,
viviendo desquiciadamente pudimos encontrar esta paz que solo tú y yo sabemos
entender, eres mi héroe, no me dejaste caer y aquí estoy yo entendiendo, que
todo puede cambiar, que somos resultado de nuestros actos, que una situación difícil
se puede tomar para bien, no sé si tengo plena consciencia de lo que esto
significa ahora y lo que puede significar mañana, parece que tampoco la tienes
tu, pero estamos aquí los dos compartiendo ahora en esta monogamia de la que
tampoco habíamos hablado y aquí estamos disfrutando yo de abrazarte y hacerte de
comer, tu de cuidarme y decirme todas las noches “Todo va a estar bien”.
Dedicado a esos dos hermosísimos exnovios que quisieron estar conmigo en parte de estos 5 años a pesar de todo y a pesar de mí. Los AMO =).
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